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Los Maestros

Mi visión de los Maestros en la infancia fue un poco complicada, el primer Profesor que tuve se apellidaba Chargoy, estaba muy chiquita ya que mi mamá me inscribió a la  Escuela Primaria a los cinco años de edad, en ese entonces los grupos eran muy numerosos tal vez de sesenta niños por aula, mi  escuela era grande, de enormes patios y de muchos salones, toda pintada de gris, no se porque eligen esos colores tan espantosos para pintar los espacios de los niños. El profesor preguntaba las vocales en coro y luego individual, yo me confundía todita, realmente no quería estar en la escuela, a veces me daba sueño, estaba matriculada en el turno vespertino, el calor de tanto niño me sofocaba y el profesor me daba mucho miedo.

Un día me llamó a su escritorio y me empezó a preguntar el nombre de las vocales, no sabia identificar cuál era la i o la u, creo que eso lo violento y me jalo desesperado la oreja, sentí mucho ardor, algo calientito me escurría y fue manchando el cuello de mi blusa blanca, era sangre, me había rasgado la oreja. Me avergoncé, no pude llorar, no levantaba la cara de aquella banca de madera donde me acompañaba otra niña, sonó la chicharra  y  salí para mi casa, no tarde, vivía con mis abuelos enfrente de la primaria, mi abuela me recibió, le decían sus vecinos  de cariño “cholita “, se llamaba Soledad, pero a si se le conocía, mi abuela era como mi madre ya que mi mamá trabajaba todo el día, cuando me vio llegar a la casa, cogió su mandil, apresurada y agitada me preguntó ¿Qué te pasó? ¡Vamos a la escuela! cómo era gordita le costaba trabajo caminar, recia cómo las mujeres de su pueblo de Valle de Bravo Estado de México, encaró  al Director, todavía alcanzaron al profesor, el negó todo, me dijo “niña mentirosa”, mi abuela pidió que me cambiaran de profesor, usted le dijo no sirve para enseñar “porque se alquila” si no tiene paciencia. Esa fue la primera huella de la Docencia en mi vida, después mis padres nos llevaron  a Neza, a nuestras escuelas de remolinos incandescentes y sal (salitre) ahí si que se cumplió la máxima “la letra con sangre entra”. Caían los reglazos a diestra  y siniestra, reglazo por no hacer la tarea, por hacer ruido, por moverte, por platicar, por no contestar pronto, puño extendido con los deditos juntos, para que duela más y se porte uno bien, y los clásicos borradorazos voladores..Hubo quien de los mentores se atreviera a ejercer la penitencia  a los niños más traviesos a cargar ladrillos en señal de la cruz, uno de cada lado o lo más dramático, hincarse en tableros de corcholatas pero al revés  por  no “entender”.

La casa, el hogar no estaba lejano a la crisis, días sin gastos, los papás ausentes, las ollas de café  pan duro remojado, o tortillas recalentadas de fríjol para mitigar el hambre, y en esas tristezas, los niños de la primera generación de Neza éramos solidarios, cantábamos las canciones populares tomados de la mano y aparecía la magia de las voces de Doña Blanca o el jicotillo, o jugaban a las ollitas o a la cebolla. O construían a falta de plastilina castillos de lodo, era la desgracia compartida, en este mundo de dios donde se abandonaba a los niños. A veces nos quedábamos sin clases porque por las lluvias la escuela se inundaba o en épocas de viento se volaban los techos de cartón de las aulas, a falta de bancas, eran tabiques nuestros asientos, nos alegraba la llegada de los desayunos del DIF, leche riquísima sabor chocolate, polvorín, palanqueta o jalea, a veces no alcanzaba para todos y muchas veces nos quedábamos sin el festín de los dioses.

La Ciudad empezó a crecer y comenzaron a llegar como ángeles del cielo “Los maestros de Toluca”, se decía que eran “titulados” y causaban enorme respeto en la comunidad, no “pegaban” y no tenían “reprobados”. Eran los más peleados por las madres de familia para primer grado porque se aseguraba el aprendizaje, los grupos de niños de los maestros de “Toluca” aprendían a leer y a escribir en su totalidad, con el apoyo de ellos los lideres sociales del Municipio se organizaron y nuestras escuelas progresaron, los maestros fueron poco a poco cambiando, en sexto año me nombraron la abanderada de la escolta, la jefa de grupo, fui declamadora en Secundaria, campeona de oratoria en las Escuelas Normales del Estado de México.

En estos días he leído a Savater y coincido con que “hay que instruir deleitando” o en la cita de Platòn, relacionada a La República: “No habrá pues querido amigo, que emplear la fuerza para la educación de los niños; muy al contrario, deberá enseñárseles jugando”, o de Levi Strauss “Mas se consigue con una gota de miel, que con una tonelada de hiel”.

El primero de Octubre del 2013 cumplí 36 años de ejercicio, en el sistema educativo estatal, ingrese a la edad de quince años,  tengo cincuenta y dos años de edad , culminé  estudios de postgrado, la segunda maestría  en Ciencias de la Educación, estoy contenta porque encontré nuevamente a  Los  Maestros  hombres extraordinarios, que son capaces de hincarse en el aula y manchar su pantalón azul cielo, poniendo un ejemplo pedagógico, rompen  los esquemas del lenguaje para decir la verdad, emancipan la palabra, gozan con la cátedra,  re significan el valor del ser, Los Maestros  son  humanistas , reflexionan a vivir sin violencia, Les preocupa la vulnerabilidad “de los niños y ancianos” nos dicen que: ”el maestro se va construyendo en el ejerció pedagógico, aprendemos la práctica docente libertadora y democrática, con disciplina y amor por el saber, su clase es un placer que me petrifica, poseen la hermosa ”alegría de enseñar” le gustan las “quecas”(quesadillas) y da clases en la sal (La Salle),o en instituciones públicas, o están cómo estrategas de la política educativa del estado de México, en el enorme compromiso de transformar, o los hay en otros lados cómo en la punta de la montaña donde se encuentra la Comunidad de Río Frío y laboran  más de cuarenta maestros que a diario viajan desde puntos distantes, igual recuerdo a los Calimaya, o de Mexicaltizngo, de Neza o de Chimalhuacán, o de cualquier punto intermitente de mi patria que es México.

Sustento ahora en la madurez intelectual, las sabias enseñanzas de Savater ,“La escuela debe formar Ciudadanos libres, no regimientos de Ordenancismo fanático, que probablemente acabarán reciclando la represión que han sufrido en violencia”. Y claro reafirmo  mi convicción perenne de que la Educación transforma, que “El mejor Maestro sólo puede enseñar pero es el hombre quien realiza el acto genial de aprender”.

Por la Profesora Gloria  Rosiles