Por Lorena Ladrón de Guevara Galindo
Aunque no es indispensable tener un ambiente tranquilo, sin interrupciones, que te resulte cómodo para hablar con los demás, la verdad es que sí se facilitará la comunicación si podemos contar con esto. Pero como es un hecho que esto resulta complicado en muchas ocasiones, te invito a que puedas crear ese ambiente amable a través de tu atención y real escucha.
¿Alguna vez te has puesto a pensar en el tiempo que dedicas a hablar, y el tiempo que dedicas a escuchar cuando alguno de tus hijos o de tus alumnos te busca para establecer algún tipo de comunicación contigo? Esta sutil apreciación por si misma puede marcar y de hecho marca una diferencia radical en nuestra efectividad al comunicarnos.
Si tan sólo tomaras en cuenta ese importantísimo detalle las cosas resultarían completamente distintas. Déjame te doy algunos datos.
En el día a día dedicas alrededor del 80% a hablar y el 20% a escuchar.
¿Qué pasaría si tú y yo invirtiéramos esos números?
Si dedicaras el 80% a escuchar y el 20% a preguntar, la información que obtendrías de tus alumnos, de tus hijos y de tu entorno en general sería mucho más útil. Elimina de tu mente viejas creencias acerca de lo que es bueno o malo, sólo permítete experimentar, lo mejor de todo esto, lo creas o no, dudes o no dudes, es que a la gente le encanta que le pregunten.
¡¡Hazlo y verás la diferencia!!
Atrévete a prestar mucho más atención a lo que te dicen, que a lo que quieres decirles, el impulso a veces gana y antes de que terminen de decirte lo que necesitan o piensan, ya estás dándoles respuestas y sermones.
Interrumpir por creer que ya sabes lo que te van a decir, no sólo habla de impaciencia y hasta de falta de respeto por el otro, sino que puede ser el causante de que ya no quieran acercarse a ti a contarte nada de lo que les pasa.
NO es tan difícil, es un entrenamiento como cualquier otro. Encuentra tú mismo los
recursos para hacerlo, estas respuestas no están en los libros, no, no están ahí.
¡¡Están dentro de ti!!, y salen si conscientemente las utilizas.
Las habilidades y destrezas se desarrollan haciendo, no viendo a otros hacerlo,
¿verdad? Empieza por enviar a tu mente pensamientos como.” Soy capaz de
prestar atención y escucha a los demás” ,”Puedo mantenerme en silencio hasta
que el otro termine de hablar”, “Escuchar a los demás es interesante, aprendo yo
también” etc.
Afortunadamente el cerebro guarda las cosas por ahí, y en el momento indicado
las recuerdas y las puedes poner en practica.
Ahora yo me pregunto y te pregunto a ti. ¿Tú usas el acompañamiento verbal de
manera consciente, es decir, te das cuenta de tus tonos al hablar, de tu manera de
prestar atención a los demás, de sonreír o no, cuando alguien te habla?
Para usarlo hay que practicarlo, si no lo haces así, cómo lo vas a incorporar como
una competencia inconsciente ¿Conociendo la teoría? así no funciona…úsalo
ahora, notarás la diferencia.
Empieza por fijar tu atención en la primera frase que te da un alumno, o tu hijo, o
quién sea que se acerque a hablar contigo, esa información es valiosa.
Acuérdate de acompañar tu respuesta con un tono amable, percibirás la magia de
la atención con solo esto.
Fíjate si su lenguaje es visual, auditivo o kinéstesico para que puedas sintonizarte
con él, y verás resultados extraordinarios en tu comunicación.
Cuida las palabras que utilices al hablar con tus alumnos y con tus hijos, marcarán
su manera de ser ante la vida y además serán el punto de partida para que se
comuniquen o NO contigo.
Si les dices:
“Si no me obedeces, no te quiero”
“Eres un gran problema”
“Te querré cuando cambies”.
“No sirves para nada”
“Todo lo haces mal”
“Me desesperas”
“Ya te lo dije mil veces”…
Estarás generando en ellos una falta de autoestima y no querrán comunicarte sus
problemas, ni sus temores y de esa forma te estarás alejando más y más de ellos.
Por otro lado el tono en que uses las palabras, abre un abismo o acerca la comunicación.
NO es lo mismo que le digas en tu tono de molestia total: “Estoy ocupada, ¿qué no ves?” a decirle “Dame unos minutos, me desocupo y lo vemos”
¿Te das cuenta cómo aunque el mensaje sea el mismo, el tono con que lo dices hace una diferencia en los sentimientos de tu alumno/a?
Cuida cómo dices las cosas, no sólo es lo que dices lo que importa, sino el tono en que lo haces.
Si tú no escuchas con atención y genuino interés a tus alumnos y a tus hijos, si solo reprimes sus opiniones, si nunca tienes tiempo para escucharlos, estarás generando conductas en ellos que te alejarán de una buena comunicación.
A través de su conducta rebelde o silenciosa en extremo, el niño te está comunicando algo. Puede ser que esté diciendo: «Préstame atención» o «No entiendo lo que me está pasando» o «Estoy lleno de rabia» o «Creo que nadie me quiere» o «No sirvo para nada.»
Hay que escuchar no solo oír.
Recuerda esto…el que tiene un porqué encuentra el cómo.
Hasta la próxima.