Competencias Emocionales y Educación Emocional. La Escuela del siglo XXI debe ser una Escuela capaz de encontrar un equilibrio entre la Inteligencia Intelectual y la Inteligencia Emocional. No es un equilibrio sencillo porque vivimos en una sociedad en la que predominan, los estereotipos, el éxito profesional y académico o los resultados a corto plazo. De ahí que la educación deba ser capaz de poner su acento no solo en aspectos curriculares, sino también en cuestiones que tengan que ver directamente con el desarrollo integral de nuestros alumnos.
Y en ese desarrollo integral de nuestros estudiantes la Educación Emocional se ha convertido en una excelente oportunidad para transformar la escuela en un espacio en el que no solo primen los resultados y la presión del currículum, sino también el valor del proceso de aprendizaje, el trabajo por proyectos, la autonomía personal, las metodologías activas, la inclusión, las habilidades sociales o la resolución de conflictos de manera creativa.
En este artículo tengo la intención de hablar de esa Escuela del Ser y lo haré no centrándome en el concepto de Educación Emocional que me parece un concepto demasiado general, sino en el de las Competencias Emocionales.
¿Quieres saber más acerca de las competencias emocionales? ¿Quieres aprender qué se entiende por la Escuela del Ser? Si es así, acompáñame en la lectura de este artículo.
Así que, sin más demora, zarpamos…
Para la definición del término competencias emocionales, dejadme que cite a uno de los grandes especialistas en Educación Emocional de nuestro país. Se trata de Rafael Bisquerra que define las Competencias Emocionales como:
“Conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales”.
En otras palabras, cuando hablamos de Competencias Emocionales nos referimos a la relación que existe entre la emoción y el entorno en que se desarrolla dicha emoción. Es más, si nos fijamos en la definición de Competencia Emocional, veremos cómo este término incide no sólo en la emoción, sino en la situación comunicativa en que se produce dicha emoción.
De entre las distintas clasificaciones que podemos encontrar acerca de las Competencias Emocionales, quiero compartir con vosotros una de las que creo que mejor se adapta a las necesidades de los centros educativos. Concretamente, se trata de la clasificación que atiende a cuatro grandes competencias emocionales con sus respectivas subcompetencias. Son estas:
Ahora que ya conocéis cuáles son las Competencia Emocionales y su vinculación con el entorno, vendría el momento de escribir la hoja de ruta que cada docente y cada centro debe llevar a cabo para, como he señalado al inicio del artículo, encontrar ese equilibrio entre la Escuela de la Productividad y la Escuela de las Emociones.
Y para ello es fundamental repesar la concepción del tiempo en el aula. ¿Qué significa esto? Muy sencillo. Pues que el tiempo en el aula debe ser repensado para ser transformado. Vivimos el tiempo en nuestros centros como un enemigo, como un adversario. Y es un adversario que siempre nos vence porque nunca tenemos tiempo, porque siempre estamos demasiado ocupados.
Pero, ¿ocupados en qué? Tal vez te suenen estas expresiones: temporalización, secuenciación de contenidos, seguimiento, corrección, programación didáctica.
Por tanto, solo cuando seamos capaces de darnos cuenta de lo que es realmente importante, veremos claro que debemos encontrar un tiempo para ser, un tiempo en el que emocionarse y hacer de ese tiempo que nunca disponemos nuestro mejor aliado.
Porque en esa escuela que enseña las Competencias Emocionales, el tiempo, lejos de ser nuestro enemigo, se convierte en nuestro mejor aliado, porque es un tiempo de calidad, es el fluir, es el tiempo que pasa volando. Porque hay un tiempo para mirar el reloj, pero también debemos encontrar un tiempo para para ser, para ser con nosotros mismos y con el otro.
Al final, como todo en la vida, se trata de elegir. Pero nunca seremos capaces de elegir, de tomar decisiones, si seguimos permanentemente ocupados en lo que no es ni urgente ni importante.
Y en ese elegir para ser, es donde encontraremos en nuestras aulas, en nuestras sesiones lectivas el tiempo para:
Reflexionar sobre lo que somos
Me gustaría acabar esta entrada con una cita que creo que viene como anillo al dedo a esta entrada. Es una cita de José Luis Sampedro y reza así:
El tiempo no es oro; el oro no vale nada; el tiempo es vida.
En una sociedad en la que cada vez hay más buscadores de oro, seamos los docentes los que les enseñemos en nuestras aulas que el oro no vale nada, que el gran valor de este mundo es la vida, el estar vivo, el ser para emocionarse.
Recuperado de: http://justificaturespuesta.com/competencias-emocionales-educacion-emocional/