Educación, ciencia, tecnología e innovación

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Educación, ciencia, tecnología e innovación

Astrum Education - Duff Miller

El problema del financiamiento a la educación no es privativo de nuestro país. En todo el mundo la inversión educativa constituye uno de los retos más grandes de los gobiernos.

En México, la actual coyuntura económica y política abre una excelente oportunidad para implementar verdaderos cambios de fondo que permitan aprovechar al máximo los recursos, económicos y humanos, en la que puede ser el área estratégica con mayor potencial para elevar la competitividad del país.

Hemos reiterado que una sociedad sin educación de calidad y sin tecnología innovadora limita las oportunidades para la creación de empleos permanentes y reduce las expectativas para la inversión de capitales nacionales o internacionales.

La estrategia para superar estas circunstancias es la educación de calidad. Se ha demostrado empíricamente que la calidad educativa trae como consecuencia automática la formación de recursos humanos capaces de innovar en la sociedad del conocimiento y de hacerse presentes en el panorama global.

En un mundo sin fronteras, México necesita la educación de calidad como un instrumento poderoso para ser una nación competitiva, que le permita estar a la altura de las economías más sólidas.

De ahí la importancia de hacer una más efectiva política de ciencia, tecnología e innovación.

El papel de la ciencia en el desarrollo
De acuerdo con el más reciente estudio de la sobre el Panorama de la Ciencia, Tecnología e Industria de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México se encuentra por debajo del promedio de los países miembros de esta organización en la inversión en ciencia y tecnología. La inversión pública y privada en investigación y desarrollo es de tan sólo 0.25 y 0.18 por ciento del producto Interno Bruto (PIB), respectivamente.

Según el informe, limitaciones de gobernabilidad en el sistema de innovación y deficiencias en el marco legal del sector, entre otros, explican la debilidad en la inversión científica y tecnológica que se observa en el país, por lo que recomienda fomentar la innovación para impulsar la productividad y crear nuevas fuentes de crecimiento.

Los rezagos en educación superior, ciencia y tecnología que padece México, son un reflejo de la perspectiva con la que se ha visto el papel estratégico que pueden y deben desempeñar las instituciones de educación superior (IES) para orientar el rumbo de nuestro país.

Cerca de 60 IES del país, entre universidades públicas y organismos públicos y privados dedicados a la investigación científica y tecnológica –entre las que se cuenta la Universidad Veracruzana–, hemos demandado que  la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación se asuman por el Estado como un tema prioritario.

Los firmantes hemos querido hacer evidente que se trata de un tema de economía y política, de percepción de una realidad que impele a considerar que el conocimiento básico y aplicado, el conocimiento propiamente dicho que generan las instituciones educativas, pueden ser instrumentos y palancas fundamentales para impulsar  el desarrollo nacional.

El poder transformador de la educación
Con estas bases, hace unos días nos reunimos los rectores de las universidades de México adscritas al Consejo de Universidades Públicas e Instituciones Afines (CUPIA), donde se analizaron una serie de propuestas que tienen que ver con estos temas coyunturales.

En la XXXIX sesión ordinaria efectuada en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) reafirmamos el punto de acuerdo en relación con el documento Inclusión con responsabilidad social, una nueva generación de políticas de educación superior, en el que se proponen reformas al Art. 3º Constitucional y a la legislación secundaria con la finalidad de reconocer el carácter estratégico de la educación superior, la ciencia, la tecnología y la innovación, para conferirles la mayor prioridad dentro de las políticas a nivel federal y local.

Vale la pena recalcar que las IES, por su esencia eminentemente social, van más allá de la mera transmisión de conocimiento; se hacen cargo de producir investigación y de extender la cultura en el más amplio sentido.

Por ello, cuando hablamos de la necesidad de inversión en educación, no estamos abordando un tema sectorial o corporativo sino justamente lo contrario: se trata de una inversión que permitirá un despegue en la economía nacional y en los índices de bienestar social. De esta manera estaríamos estableciendo las bases de lo que puede ser una vía de acceso para que las universidades cumplan no sólo con sus responsabilidades sustantivas sino con su papel solidario y comprometido con la sociedad mexicana.

De esta manera, las universidades fortalecen su vida académica y consolidan la estabilidad laboral y presupuestal.  En síntesis: los universitarios son más y mejores y sirven mejor al país y a la sociedad.

Por: Raúl Arias Lovillo