No es una asignatura ni está reconocida como tal en los currículos académicos. Sin embargo, la creatividad es una destreza esencial para el desarrollo cognitivo del estudiante. Esta capacidad, inherente en los más pequeños, se sustituye por un pensamiento más lógico y racional a medida que se madura, pero hay estrategias para que no se pierda y se estimule a lo largo del tiempo.
El papel de la escuela
La creatividad en los niños aumenta durante el preescolar, para decrecer después.
Paul Torrance, psicólogo estadounidense y uno de los principales especialistas en el campo de la creatividad infantil, concluye en sus investigaciones que la creatividad en los niños aumenta durante el preescolar (de 3 a 6 años), para decrecer después. Esta tendencia natural hacia un pensamiento más lógico y racional a medida que pasan los años se reafirma con la metodología didáctica común que se aplica en los centros educativos, donde se tiende hacia una formación más teórica, centrada en la adquisición de conocimientos formales.
Esta práctica frecuente en el ámbito escolar es una de las principales inhibidoras de la creatividad en los alumnos. Como apunta Kaye Thorne, especialista en innovación y desarrollo de organizaciones, en su obra “Motivación y creatividad en clase”, las metodologías más estimulantes quedan prácticamente reservadas para la formación preescolar y los cursos iniciales. La autora afirma que es necesario, en etapas posteriores, potenciar la creatividad del estudiante y proporcionarle «un ambiente educativo motivador que haga del aprendizaje una aventura creativa».
Rasgos como la iniciativa, curiosidad, espontaneidad o intuición favorecen el desarrollo de la creatividad
La fluidez de ideas, la flexibilidad o la originalidad de pensamiento, son algunas de las habilidades que se relacionan con el pensamiento creativo. Estas destrezas se impulsan, en muchos casos, por determinados rasgos personales, como la iniciativa, curiosidad, espontaneidad o intuición, que favorecen su desarrollo. Por el contrario, otras cualidades como la falta de confianza, la inseguridad o la tendencia excesiva a la lógica y el orden sirven de bloqueo para cualquier proceso que implique un acto creativo.
El docente que desea estimular este aprendizaje en sus alumnos debe empezar por potenciar en su actividad diaria los rasgos y cualidades favorecedores de la creatividad y, a su vez, disminuir otros que bloquean esta capacidad.
Para estimular el comportamiento creativo del alumnado, los especialistas proponen que el profesor aplique las siguientes estrategias en el aula:
Por: Marta Vázquez, consumer.es